El Ojete de Lulú (1986)
Director: Candy Coster
Año: 1986
País: España
Reparto
Lulú Laverne
Que puedo explicar de una película en que los títulos de
crédito se superponen a la imagen de un ano. Un ano inscrito en un culo de
estimables proporciones que la protagonista, Lulú Laverne (alias de Lina Romay),
nos muestra con descaro, y que además nos
habla para contarnos su triste historia.
Está película de 1985 está dentro del género pornográfico, aunque para
Jess los límites entre la pornografía y el erotismo son difíciles de
establecer, pues dice que sólo depende del tipo de plano y la lente que utiliza
el director en el rodaje. Desde el principio el erotismo de Jess cristalizaba
en proyectos cada vez más duros, hasta que entró sin tapujos a rodar películas
X. De hecho estas películas las filmaba por las tardes con aquellos actores que
deseaban un extra en su nómina, y que la verdad, no estaban muy interesados en
este género cinematográfico a juzgar por la pobres erecciones de los miembros.
Claro que cuando nos presentan a los protagonistas: Pepito Tiesez , Mela Chupen , Jean Morcillón y Pepet Poyalet … ya se nos avisa que algunos nombres son
simulados para que a nadie se le arrugue.
Cabe destacar que se trata de una película pornográfica con argumento,
aun diría más, a veces nos parecerá que el hilarante argumento se come con
patatas las perversas escenas de hardcore.
Y es que el porno de Jess es otra cosa, no despierta nuestros bajos instintos
sino nuestra patética carcajada de mirón avergonzado.
Volviendo a la historia del
Ojete, vemos como el infravalorado orificio al principio es ignorado, después
goza de las caricias de una amable lesbiana, y más tarde se alivia con la
cabeza de un “Oscar” que utilizan a modo de consolador, en una muestra más del
juego simbólico que utiliza Jess en sus guiones. Después de esta memorable
escena no volveré a ver la entrega de los oscars de la misma manera. Cuando las
artistas abracen y besen con pasión su ansiado premio no podré reprimir una
sonrisa retórica en homenaje al dios Pan.
Jess filma los desvaríos sexuales con primeros planos y
planos detalle, en un juego donde muestra los cuerpos desmembrados de los
protagonistas al tiempo que despedaza la lujuria y la perversión del
espectador.
En esta película Lina
Lulú se convierte en una sacerdotisa del sexo mágico. Su entusiasmo convierte
el film en un vivo mensaje de lo que realmente es la sexualidad: un sacramento,
un rito mágico que solamente algunos iniciados han conseguido comprender. Con
las imágenes de Jess el mismísimo
Crowley celebraría su Misa del Fénix y despertaría a las Fuerzas Ciegas que
gobiernan el Centro del Universo. En este sentido el acto sexual se convierte en una reunión mística a través de la cual
el hombre y la mujer experimentan a Dios. Es así como el hombre incompleto
busca el encuentro carnal con la divinidad femenina para llegar a la plenitud
espiritual y alcanzar finalmente, en el momento del clímax, la “gnosis”, el
conocimiento de lo divino.
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